martes, 28 de octubre de 2014

Preston - Preston

¡Hola caracolas! ¿Cómo va eso?

Yo estoy entrando en mis tres últimos días en Preston y estoy entre maletas, cenas y despedidas. Y está siendo una semana realmente dura (y eso que es martes). Pero no quiero irme de Preston sin contaros qué cosas voy a echar de menos de estas tierras.

Lo primero: mi escalera de la muerte. Todos aquellos que habéis estado en esta casa estoy segura de que sabéis de que hablo. La escalera para bajar a la cocina está hecha para la muerte. Y a mi me encanta ver la cara de la gente cuando les dices que tienen que bajar por ahí. Podría haber hecho un libro. Por ahora yo he sobrevivido, aunque todavía me quedan un par de días para disfrutarlas.


Echaré de menos los Poundlands, porque sí, nosotros tenemos los chinos pero no es lo mismo. Porque en Poundland todo vale un pound de verdad y porque es perfecto para comprarte la merienda. Pero sobre todo echaré de menos tener un Primark cerca donde pasar mis ratos libres comprándome medias raras.

Echaré de menos los parques de esta ciudad. Porque son enormes y verdes. Porque están súperbien cuidados y porque cuando sale un rayito de sol, se llenan de gente pasando un buen rato y se respira el buen ambiente.

Echaré de menos el cielo de Preston.





Pero lo que más voy a echar de menos es a la gente que he conocido aquí y que voy a dejarles en un par de días. Siempre había sido otro el que se iba y ahora que me toca a mí se me está haciendo cuesta arriba. Llevo con la lagrimilla en el ojo tanto tiempo que me he acostumbrado a verlo todo borroso. Me siento tan afortunada y agradecida de haberlos conocido que todo lo que escriba sobre ellos me parece poco. Les voy a echar muchísimo de menos. Cuando me despida mañana me echaré a llorar y no podré parar. Maldita sea...





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