miércoles, 13 de agosto de 2014

Preston con:


¡Buenas! Soy Rubén aunque, como es un nombre muy común, todos me llaman Harry. Hablando con mi querida Vero, me comentó que le gustaría que escribiese un post sobre movilidad, ya que soy un miembro muy activo de la ONG de integración europea AEGEE y tengo un trato de primera mano con el mundo Erasmus, voluntariado, intercambios, etc.


He de reconocer que desde hace muchos años a ahora, mi punto de vista sobre el mundo global ha cambiado mucho... Si hace unos años era un poco euroescéptico, ahora no veo otra salida que la de aunar sinergias entre todos los niveles administrativos como si fuesen uno: una ciudad, una provincia, unión de regiones, un estado, la Unión Europea, Europa... El mundo...

Y es en este punto en el que ya no importa tanto de donde vienes, sino que lo importante es el camino, en un mundo sin fronteras puedes elegir dónde quieres acabar con lo que, el nivel local, se reduce simplemente a las raíces.

En un mundo o en una Europa global, la educación es similar, las oportunidades son similares y la forma de vida es similar. Ahora viene cuando uno piensa, "este chico está loco, ¿en qué me parezco yo a un polaco?", pero para tener una visión clara de esto, hay que abrir la mente, hay que pensar en lo que nos une y en lo que nos separa y, al final, cuanto más mundo ves, más te das cuenta de que Europa es solo uno.

De hecho, cuando te sales del circuito tradicional de turismo de grandes capitales y cámara de fotos, compruebas que Europa no se limita a la Unión Europea, esta percepción se debe al simple hecho de que nosotros venimos de una esquina apartada de Europa, lo que nos hace sentirnos lejanos de lo que desconocemos (es decir, de todo lo que está más allá de Alemania). Pero si te lanzas a explorar un poco más, al final podrás verificar que la frontera europea acaba al este de los Urales, que países que ni siquiera consideraríamos como Georgia o Azerbaiján, son tan europeos como nosotros. Son parte de la GRAN Europa.

Y es en este punto donde aparecen los programas de movilidad, los jóvenes no vamos a quitarnos nunca el sambenito de que la Unión Europea paga las borracheras de los Erasmus... Nunca vi nada más injusto que este comentario. Para empezar porque la ayuda es simplemente eso, una ayuda, que no te están pagando las vacaciones. Y lo que para mí es más importante, convivir con gente de diferentes partes del mundo, vivir en otro país, hace que la visión de uno se amplíe hasta límites insospechados.

Cuando una persona es sacada de su zona de confort, y expuesta completamente sola en otra, fuera de su hábitat, sin nadie que le solucione los percances o situaciones venideras, ésta supera las acotaciones sociales, pone su cerebro a trabajar en soluciones imaginativas, consigue recursos y explota su potencial.

Llegar al nivel transnacional hace al individuo capaz de trabajar en grupo, de entender más al resto de personas, de maximizar sus capacidades, tener capacidad de reacción, buscar nuevas vías, soluciones imaginativas, minimizar las adversidades y centrarte en las soluciones, gestionar grupos... Es decir, todas las características de lo que se llama "educación no formal". En el mundo de hoy, tenemos todo tan a nuestro alcance que, muchas veces, la gente se quesa ahí, pero cuando te incorporas al mundo laboral, ves que para un mismo puesto se presenta un numero ingente de personas, todas planas, con el mismo currículum... Y es ahí donde la experiencia vital previa suma a tu favor, es lo que te hace destacar sobre otras personas, la educación no formal no se ve reflejada en un papel, pero es la que te da todas las soluciones para conseguir progresar y alcanzar el éxito. Es por eso que creo que, en un marco educacional perfecto, sería obligatorio hacer un curso completo en un país extranjero. 

Vosotros, ¿qué pensáis? 

Rubén Sanz Martínez

No hay comentarios:

Publicar un comentario